Do ed dedsfrio dodtor

Luego de conversar con la madre, el médico preguntó al niño sobre el problema.

- Docdtod, do sé pord qué do hadblo biend.

El facultativo pensó en un simple resfrío.

- Do sedñord, do tedngo dromadiso.

El doctor examinó exhaustivamente aquella garganta.

- Señora, el niño tenía razón, no es un resfrío. Es tan sólo una enorme letra “d” enredada entre la lengua y la campanilla.

Y extirpándola, aconsejó jugar al trabalenguas acompañado de un adulto.

 

Alfonso Quiroz Hernández

 

 

 

 

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