Ese pequeño lunar

El médico preguntó si deseaba corregir otra parte del cuerpo aparte del lunar:

- Doctor, reduciría la nariz en la parte superior y agrandaría un poco el busto. Ahora, aprovechando el pabellón quedaría muy complacida si me alisara las arrugas, sobre todo estas que rodean las órbitas de los ojos y estas otras debajo de los párpados. Es que me dan un aire de estar siempre agotada. No sé si usted considera otras mejoras, aceptaría cualquier sugerencia.

El médico anotó concienzudamente las indicaciones y luego de una pausa colocó sus manos en la zona del vientre diciendo:

- Existe un gran avance en lo que a liposucciones se refiere, sobretodo en la cintura. Podríamos lipoaspirar del frente hasta la espalda y redondear las caderas. Así con la grasa sobrante contorneamos los muslos, enderezamos las piernas y corregimos con una simple operación el pie plano que padece.

La paciente alabó la franqueza e hizo otras indicaciones:

- Mis orejas, si las observa bien son muy chicas, además una está más caída que la otra, me encantaría corregirlas, estoy aburrida de usar siempre el mismo corte de cabello. Además, la zona de la mandíbula es demasiado cuadrada y mis labios se pierden en el rostro por ser muy finos. Y ya que usted me va a corregir el pie plano podría lipoaspirarme la planta junto con el talón para usar zapatos del treinta y dos y no del treinta y nueve. Eso sí, quisiera saber el valor de estas correcciones, ya que no están los tiempos para el derroche y la superficialidad.

El médico extrajo la calculadora y luego de unos minutos explicó:

- En total saldrían como chorro cientos mil dólares.

La paciente quedó encantada, la cifra era notablemente superior a la última operación de su amiga Teté. El médico programó la fecha y luego de transcurrida la operación fue a verla al post-operatorio.

- Doctor, no sé si estoy muy perdida, pero ¿no cree que mis pechos quedaron demasiado grandes? Mire, mis pezones cuelgan a la altura del ombligo.

El cirujano la tranquilizó diciendo:

- No, yo solamente le puse implantes de kilo y medio. La verdad, sus pechos cuelgan a una altura estándar. Lo que cambié fue el ombligo, lo subí a la altura del pecho para así agrandar sus piernas.

La mujer trató de ponerse seria, pero fue inútil, oportunidad que aprovechó de reclamar por la tirantez de la cara.

- No se preocupe, simplemente estiré la piel hacia atrás y la plegué junto a la oreja. Con esta piel agrandé el lóbulo, no se imagina lo que puede hacer un buen corchete industrial de titanio en estos casos. Además, ni se nota, si hasta parece un arete. Ahora, lo que sí me complicó fueron las cejas, ya que al estirar de esa manera el rostro se corrieron hacia los costados, si se fija bien quedaron como unas pequeñas patillas setenteras. Claro que en futuras operaciones puedo pasarlas por atrás de las orejas, usted no se imagina como salvan estos tornillos de acero inoxidable.

La mujer escuchaba atenta, sin embargo, la tensión le ahogaba. Por más que respiraba no lograba llenar sus pulmones. El médico percatándose de esto le comentó:

- Realmente la nariz fue un asunto difícil. Como abulté sus labios, rebajé la mandíbula y adelgacé la nariz, noté que siendo tan pequeña, ésta se perdía en el rostro, por lo cual abulté y remonté sus mejillas. Le saqué diez piezas dentales para dejar espacio a la lengua que ya se me perdía en la garganta y así agregar un hoyo extra a sus fosas nasales a la altura del entrecejo. Sólo debe aprender a respirar por esos agujeros. Además, como carecía de cejas, le subí los párpados para así las pestañas cumplieran también esa función. Lo sé, me va a decir que los ojos se le desorbitan un tanto, pero pensando en ello desencajé la mandíbula y subí la boca dos centímetros más arriba, de esta manera se compensan visualmente. Me aseguré que sus orejas estuvieran a la misma altura y para eso rellené, con el exceso de grasa de la lipoaspiración, el cráneo en la zona parietal. Como esa grasa la tenía para contornear las piernas, éstas se veían muy delgadas, así que en una sencilla técnica le subí la espalda a la altura del ombligo actual, con eso el trasero ganó en tamaño. Sin embargo, al reducir de talla los pies y al agrandar sus pechos junto con el trasero su cuerpo perdió estabilidad. Corté dos de sus dedos y los emplacé en los talones para un mayor agarre. En fin, me imagino que todas estas menudencias no le han dejado preguntar por cómo quedó ese pequeño lunar.

 

Alfonso Quiroz Hernández

 

 

 

 

 

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